martes, 25 de marzo de 2008

Por preguntón


Ay, ay, ay, a ver, dime algo lindo ,dime algo lindo, un halago, ándale, ándale. Pendejo.

-"Pues me gustan tus ojos," dijo. Luego de un silencio como de tres segundos, agregó: "y tienes muy buena ortografía, de verdad."

Ese día me fui caminando con una enorme sonrisa hacia la Plaza Río de Janeiro. En el camino me encontré a un amigo y lo acompañé a comer. Le conté el episodio de los "halagos" y se río de mi.

--"¿Qué? Eso de que tienes buena ortografía es como cuando en la primaria decías sobre alguien, ya que no le encontrbas otra cualidad, que tenía "bonita letra." Además, mi estimado, ni siquiera es cierto, tu ortografía es mediocre."

Me reí fingiendo que me hacía gracia y me despedí pronto, alegando una repentina diarrea. Tuvo que entenderlo y siguió comiendo. Por algún motivo corrí hacia la Plaza Río de Janeiro otra vez. Me senté en una banca, cabizbajo y sintiéndome profundamente ridículo. "Buena ortografía...ortografía mediocre...par de culeros!" Pero mi amigo tenía razón, pensé; ese episodio refleja nuestra joven relación, me dije.

Levanté la cabeza y vi de frente la réplica del David de Miguel Ángel frente a mí. Imponente. Suspiré hondo y di un grito que asustó a medio mundo, mentándole la madre a la escultura, a mi amigo y a ella.

2 comentarios:

Titotitocapotito dijo...

Yo me sentaba en la plaza a contestar correos mientras me pirateaba el wireless de las renombradas galerías. Y un par de veces me metí a nadar a la fuente. Una de esas veces llovía a cántaros. A nadie le pareció raro. La otra ocasión simplemente me metí porque hacía calor. Luego vino una pareja y unos niños. La gente se animó muchísimo y yo me sentí felíz por ellos y por mi. Aunque después estuve sola en la cama con fiebre y una infección de oídos rudísima. Extraño vivir en la Roma y no en cualquier lugar de la Roma, sino en la mismísima Plaza Río de Janeiro. Buenos tiempos.

Marco Antonio Hinojosa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.