martes, 9 de noviembre de 2010

Desertor


Ignoro porqué no era dentro de una iglesia pero, en la Agrícola Oriental, el catecismo se impartía en la calle, a la vuelta del mercado.

El grupo no llegaba ni a diez niños sentados en dos hileras entre la banqueta y la pared. Allí, luego de un par de semanas, me convencieron de que Dios era todopoderoso. Pero volví a casa, donde mi prima -doce años, inteligente, escandalosa e insolente- me preguntó:

- ¿Dios lo puede todo?
- Sí
- Entonces ¿podría crear una piedra tan grande y tan pesada que ni siquiera él pudiera cargar?

Aún ahora no tengo la respuesta pero -al menos- dejé de ir al catecismo.